miércoles, 14 de octubre de 2015


El Espíritu Santo te dará poder sobre los impulsos destructivos y las debilidades. Podrás dominar tus emociones negativas por la llenura de la presencia de Dios y controlar así, los deseos que te pueden dañar.
En proverbios 16:32 versión biblia de las américas, dice: “Mejor es el lento para la ira que el poderoso, y el que domina su espíritu que el que toma una ciudad”.

Una persona irritable, impaciente o iracunda, difícilmente pueda permanecer bajo el control del Espíritu Santo. El Señor trabaja continuamente en nosotros para que podamos vivir por el espíritu y dominar los impulsos de la carne. Mantener el control de los impulsos emocionales, la biblia lo llama: dominio propio, es la capacidad de poder refrenarse de aquello que nos daña o no nos conviene.
Las emociones y deseos carnales, como lujuria, codicia, ira, enojo o venganza, son como un caballo salvaje difícil de domar, pero nuestro espíritu, unido al Espíritu de Dios es capaz de ser un experto y poderoso jinete que pone ese caballo salvaje bajo control, no permitiéndole así, destruir nuestras vidas o la de los demás. Fortaleciendo nuestro espíritu cada día con palabra ungida de Dios, tomando la decisión de renunciar a las malas pasiones y haciendo morir las obras de la carne, podremos vencer para abrir las puertas de grandes bendiciones sin que nada nos haga tropezar.
Hagamos esta oración:
“Señor, llena hoy mi ser con tu Espíritu Santo, dame hoy la unción que me permite dominar mis emociones destructivas y negativas. Renuncio a la ira, el enojo, la venganza, la lujuria, el orgullo y a todo deseo carnal. Te lo pido en el nombre de Jesús, Amén”

Seguir a Jesús es el cimiento que te mantiene firme, por lo tanto, tu casa estará segura bajo la protección de Dios. Y aunque vengan vientos e inundaciones y golpeen contra tu casa, no será derribada, porque Cristo es la roca firme que la sostiene.
En Mateo 7:24-28 (DHH) Jesús dijo: “Por tanto, el que me oye y hace lo que yo digo, es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca. Vino la lluvia, crecieron los ríos y soplaron los vientos contra la casa; pero no cayó, porque tenía su base sobre la roca. Pero el que me oye y no hace lo que yo digo, es como un tonto que construyó su casa sobre la arena. Vino la lluvia, crecieron los ríos, soplaron los vientos y la casa se vino abajo. ¡Fue un gran desastre!”. Este texto nos dice que seguir a Jesús, poniéndolo en primer lugar y obedeciendo sus palabras de todo corazón es la más grande ventaja y protección que podamos tener en este mundo. La expresión “la casa” se refiere a todo lo que involucra la vida cotidiana, los problemas del país, las crisis, y cualquier otra clase de mal que quiera pasar cerca nuestro, éstos no nos afectarán, porque nuestro cimiento es el más firme y seguro que pueda existir. Mantén a Dios como tu prioridad de vida en todo tiempo, y vivirás bajo la cobertura del reino de Dios. Llena cada día tu boca de la palabra de Dios y obedece sus consejos. Que tu vocabulario y forma de pensar sea siempre conforme a lo que dice el Señor.
Hagamos juntos esta oración: “Dios mío tú eres la prioridad en mi vida, me comprometo a llenarme de tus palabras y obedecerlas. Declaro que mi casa está firme porque Cristo es mi cimiento y protección. Nada podrá derribarme, lo declaro en el nombre de Jesús. Amén”


Tus ojos se abrirán para ver el valor inmenso e incomparable que tienes por ser un hijo de Dios. Eres importante, de infinito valor, con un potencial que no tiene límites para ser de bendición a las personas que te rodean y para el mundo.
1 Juan 3:2 dice: “Queridos amigos, ya somos hijos de Dios, pero él todavía no nos ha mostrado lo que seremos cuando Cristo venga; pero sí sabemos que seremos como él, porque lo veremos tal como él es”.

Cuando permites que Dios sane tu corazón recibiendo su amor, que entregó por ti lo más valioso que tenía, la vida de su Hijo, dejas de preocuparte tanto por lo que otras personas piensen de ti, o por la forma en que te tratan. Cuando tu vida está basada en tu estima lastimada, te sientes agredido fácilmente, eres muy susceptible a los comentarios, tratos y actitudes de los demás. Te defiendes con agresividad, reaccionas pensando que los demás no te quieren, o no te aceptan, por lo que creas vínculos conflictivos con tu entorno. Debes saber el valor de quién eres como  hijo de Dios, porque es muy grande, y debes agradecer los talentos que te regaló. Recibe el amor que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo tienen por ti, así la paz entra en tu vida, tu ego herido se sana y tu estima es equilibrada, logrando estar bien contigo mismo y con los demás. Para el Señor, eres único y especial.
Oremos así:
“Gracias Dios mío por amarme tanto, hazme comprender lo importante que soy para ti y lo valioso que soy para las personas que me rodean y para el mundo. Abre mi entendimiento para ver el potencial que me has dado, te lo pido en el nombre de Jesús, Amén”.