domingo, 25 de febrero de 2018

Dios mío, te pido por mis hijos



Dios mío, te pido por mis hijos, 
cuídalos con tus ángeles,
líbralos de accidentes y de todo peligro.

Señor, cubre con tu protección 
cada una de sus vidas,protege sus 
mentes y sus cuerpos.

Dios, bendice a mis hijos,
sean guardados como la niña de tus ojos,
que estén seguros bajo las sombra 
protectora de tus alas ,
que ellos eviten el mal
de la internet y de amigos
que quieran convencerlos
a seguir los malos caminos. 

Gracias Dios por darme la confianza
de que estarás cuidando a mis hijos,
no me voy a preocupar
porque toda ansiedad te la llevas
y toda angustia de mi mente,
eres el Señor de paz
y nos llenas con serenidad
de día y de noche.

Dios, pon en mis hijos
ese deseo de buscarte y amarte,
que tengan fe en ti,
en tus promesas y en tu obra
alrededor de ellos.

Señor, dejo a mis hijos en tus manos, 
confiando en tu poder,
te pido que los ayudes y los guíes
en el camino,provee todo lo que necesitan.
En el nombre de Jesús,

 Amén.

Señor, mi Dios, te doy gracias por estar a mi lado



Señor, mi Dios, te doy gracias 
por estar a mi lado
en este nuevo día, 
cuando quiero iniciar las labores 
con tu ayuda
me pongo en tus manos.

Me uno a ti para que se haga tu voluntad,
para que abras un camino
de bendición y esperanza. 

Dios eterno, ayúdame a evitar
el consejos de los malos,
a no detenerme en el camino
de los que no te aman,
sino que viva amando tu verdad,
que me guste andar por el buen camino,
confiando en tus promesas
y obedeciendo lo que me dices
a través de tu Palabra
para que todo me salga bien. 

Amén. 


Señor mío, Padre de todos:




Señor mío, Padre de todos: Inclino mi cabeza, me sumerjo en la quietud y silencio de mi cuarto… mi respirar se hace lento y profundo, y entre un millón de pensamientos comienzo contigo mi diálogo por ellos, por los seres a los cuales tengo la dicha de estar escribiéndoles: oro por mis padres. 

Sé que muchas veces la ingratitud me ha llevado a ignorarlos, a no demostrarles el amor de hijo que debiera tener por ellos, y a no darles prioridad entre mis actividades diarias… Pero tú más que nadie sabes de este amor que les guardo, de este sentir que como retoño de ellos no puedo ocultarte. 

Mi oración es por todos esos momentos en los cuáles sólo ellos han sido capaces de poder levantarme, solventarme, acompañarme en mis triunfos y fracasos, en mis caídas y mis levantadas, en mis momentos de gozo y en mis lágrimas caídas. Podría pasar toda la noche y toda mi corta vida mencionándote todo lo que han hecho por mí, pero sabes a qué quiero llegar: Intento mostrar agradecimiento, sea en mi noche o en mis madrugadas, por todo lo que ellos representan y significan para mí. 

Consciente soy que, por más que los años empiecen a dejar marcas y huellas de su paso en mí, para ellos seguiré siendo aquel tierno infante que un día cualquiera vieron nacer y sobre todo, que se alegraron con ello. 

No permitas que el orgullo, la vanidad o la vergüenza en el peor de los casos, me hagan ignorar todas las muestras de amor que ellos, tal vez en su ancianidad, traten de demostrarme; pues esa llama amorosa, ese sentir que como padres quieren demostrarme, aún sigue latente. 

Por muchos años que pasen, incluso si yo necesitase algún día un bastón, si ellos siguiesen ahí, por muy avejentados que estén, ese amor intrínseco por mí seguiría ahí, latente, y no desaparecería ni siquiera con la muerte misma. ¿Cómo no sentir agradecimiento por ellos? Ayúdame a demostrarlo, Señor. 

Permíteme Señor, a comprender de la manera más clara y consciente, que el amor de nuestros padres se asemeja, aunque en una medida diferente, al amor que tú tienes por nosotros. El amor más puro sólo puede venir de ellos, ya que nunca buscarán lastimarnos o dañarnos; sólo quieren lo mejor y nada más. Un amor que sólo aquellos que aún tenemos la dicha de tenerlos aún tenemos la oportunidad de comprender y conocer. Y si por sabia decisión tuya llega el día en que ya no los tengamos a nuestro lado, será porque desde otro contexto ellos nos estarán acompañando, siempre vigilantes de los pasos que sigamos dando todos los días en este insufrible mundo. 

Que tu gracia los cubra y dé tranquilidad a nosotros. Amén. 

Señor Jesús, en tu nombre y con el Poder de tu Sangre Preciosa




Señor Jesús, en tu nombre y con 
el Poder de tu Sangre Preciosa
sellamos toda persona, hechos o 
acontecimientos a través de los cuales 
el enemigo nos quiera hacer daño.

Con el Poder de la Sangre de Jesús 
sellamos toda potestad destructora en 
el aire, en la tierra, en el agua, en el fuego, 
debajo de la tierra, en las fuerzas satánicas 
de la naturaleza, en los abismos del infierno, 
y en el mundo en el cual nos movemos hoy.

Con el Poder de la Sangre de Jesús
rompemos toda interferencia y acción del maligno. 
Te pedimos Jesús que envíes a nuestros hogares 
y lugares de trabajo a la Santísima Virgen 
acompañada de San Miguel, San Gabriel, 
San Rafael y toda su corte de Santos Ángeles.

Con el Poder de la Sangre de Jesús 
sellamos nuestra casa, todos los que la habitan 
(nombrar a cada una de ellas), 
las personas que el Señor enviará a ella, 
así como los alimentos y los bienes que 
Él generosamente nos envía
para nuestro sustento.

Con el Poder de la Sangre de Jesús
sellamos tierra, puertas, ventanas, 
objetos, paredes, pisos y el aire que respiramos,
y en fe colocamos un círculo de Su Sangre
alrededor de toda nuestra familia.

Con el Poder de la Sangre de Jesús
sellamos los lugares en donde vamos 
a estar este día, y las personas, empresas 
o instituciones con quienes vamos a tratar 
(nombrar a cada una de ellas).

Con el Poder de la Sangre de Jesús
sellamos nuestro trabajo material y espiritual, 
los negocios de toda nuestra familia, 
y los vehículos, las carreteras, los aires, 
las vías y cualquier medio de transporte 
que habremos de utilizar.

Con Tu Sangre preciosa sellamos los actos,
las mentes y los corazones de todos los habitantes 
y dirigentes de nuestra Patria a fin de que 
Tu Paz y Tu Corazón al fin reinen en ella.

Te agradecemos Señor por Tu Sangre y 
por Tu Vida, ya que gracias a Ellas 
hemos sido salvados y somos preservados 
de todo lo malo. 

Amén.

En nombre de cada miembro que conforma mi familia, hoy acudo a ti. Señor



¡Mi Señor! En nombre de cada miembro que conforma mi familia, hoy acudo a ti. Señor, en cada uno de los designios de cariño que nos has tenido a nosotros, nos has puesto en ella y nos conectaste a cada uno de los que la conformamos. Antes que nada, te agradezco con todo el corazón por cada uno de mis familiares, por todo el amor, cariño y apoyo que he recibido de tu parte a través de ellos, así que te queremos alabar y glorificar como forma de agradecimiento por tan merecido regalo. Por medio de la familia y dentro de la familia, tú nos diste la dicha de vivir y quisiste que formáramos un lazo de amor entre nosotros. 

Hoy mi Señor, te pedimos que tú nos atravieses con tus poderes sanativos a cada uno de los presentes y en ausencia, para que así obres en amor para nosotros. En primer lugar, te pedimos perdón y queremos ser perdonados, por las faltas de amor que se han presentado en el hogar, por los actos ordinarios, por nuestra falta de comunicación, por a veces no ser el conducto de amor que tú les ofreces a ellos.

Jesús, antes que nada, te pedimos que ingreses y expandas el corazón de cada uno de nosotros y cures las heridas causadas por nuestras experiencias que requieren ser sanadas por tu mano milagrosa. Tú nos conoces de lado a lado, más que nosotros mismos nos conocemos, de tal manera, invade con tu amor cada costado de nuestro corazón. Donde quieras que encuentres – el niño herido-, siéntelo, consciéntelo, y desátalo para que sea libre.

Cabalga nuevamente por nuestras vidas, la de cada uno de nosotros, desde el inicio, desde que nacimos. Limpia las líneas hereditarias y libéranos de todas las cosas que influyeron de manera negativa en ese instante. Bendícenos cuando estuvimos siendo formados por nuestra madre en su vientre, para que así no tenga dificultades u obstáculos, que eviten o aceleren el nacimiento justo, déjame desarrollar mi plenitud.

Danos las ansias de querer nacer y cura todo dolor o trauma que pudo habernos causado un daño durante nuestro nacimiento, bien sea corporal, mental o emocional. ¡Te agradezco, mi Señor! por tu presencia en el momento del nacimiento de cada uno de los que aquí te glorificamos, gracias por haber sido tú quien nos recibió en la tierra, dándonos tu apoyo, ofreciéndote de tal manera que jamás me abandonaste ni defraudaste.

Mi Señor, te pido recorras mi infancia y muestres tu luz en ella, para que ilumines los malos recuerdos que me tienen encadenado. Si en la niñez necesitamos el amor maternal, envíanos a tu madre, la Santísima Virgen María, para que ella nos abrigue y nos dé lo que no tuvimos. Pídele que nos acurruque a cada uno, que nos abrace con el alma, que nos lea historias infantiles antes de dormir, para que así llene el hueco vacío que solo una madre puede ocupar.

Es posible que el “niño interior” siente la falta de una figura paternal. Mi Señor, permíteme alzar la voz y gritar con todas mis fuerzas: ¡Papá! ¡Papaito!. Si necesitábamos amor paternal y que nos alzaran en los fuertes brazos de un padre alguno de nosotros, para sentir seguridad y confianza, te pedimos que seas tú quien nos levantes y nos permitas sentir la magnífica fuerza de tus brazos protectores. Restablece nuestra fe y danos la valentía que requerimos para afrontar las dificultades que se nos presentan, porque tenemos más que claro, Señor, que serás tú con tu amor y bondad quienes nos levantarán si caemos o tropezamos.

Cabalga nuestras vidas, mi Señor, y abrázanos los días que fuimos maltratados. Cierra las heridas de los momentos que nos aterraron, que nos hicieron bloquearnos nosotros mismos y sobre protegernos para que ninguna persona las atravesara. Si alguno de nosotros se ha sentido desamparado, solitario y abandonado por la sociedad, bríndanos por intercesión de tu amor que todo lo cura, un nuevo rumbo de nuestras vidas, para que le veamos otro sentido a las personas y a mí mismo.

¡Señor Jesús, mi Salvador, acudimos hoy hacia ti, todos los miembros de mi familia y te rogamos que cures nuestras relaciones, para que sean relaciones sanas llenas de amor, comunicación y ternura, para que nuestra familia sea semejante a la tuya. Te pedimos, por medio de tu madre, la Señora de los Ángeles, que cada uno de nuestros aposentos sean símbolos de paz, bondad y armonía, un sitio donde tú estés presente y sepamos la experiencia que es vivir contigo. ¡Gracias, mi Señor!


Venimos a ti todos nosotros, que estamos todos unidos,



Mi Señor, tú que eres el Pastor divino, y tú que has dicho
 “Los que estén cansados, cargados y debilitados, vengan a mí y yo los aliviaré”. 


Venimos a ti todos nosotros, que estamos todos unidos, los enfermos de la comunidad están junto a nosotros, te lo imploro Jesús, bendícelos a todos, cúbrelos con tu mano de buen pastor y colócala sobre cada uno de ellos y por medio de tu divina pasión empieza a curarlos de su enfermedad, si está en tu bendita voluntad sabemos que tú eres el único capaz de curarlos Señor; y te lo rogamos con la fe, no midas nuestros pecados, mide la cantidad de fe que tenemos en tu Iglesia y la fuerza que poseen tus llagas gloriosas, por la santa cruz de crucifixión y por tu divina sangre te pedimos que comiences a sanarlos a muchos de ellos, mi Señor.

Y a los que no queréis sanar, porque en tus planes no están hoy, sabemos que tú tienes algo distinto y mejor para ellos, te rogamos que les des fortaleza y valentía para que no se impacienten y sepan esperar con calma, para que ofrezcan su sufrimiento y lo liguen con el tuyo en la cruz, para que así tengan el valor de la redención.

Señor, nosotros sabemos que tú estás escuchándonos, que tú estás presente con nosotros en estos momentos, sin nosotros saber lo que nos espera al final de esta oración, te damos gracias de fe, por todo lo que estás haciendo por nosotros y por ellos, que sea tu voluntad sanarlos.

Y todo esto te lo pedimos con la intercalación de nuestra Santísima madre la Virgen María
y te damos gracias nuevamente por todo lo que tú vas a hacer por ellos.