¿Confías en las personas y esperas mucho de ellas? ¿Estás convencida que actuarán contigo como tú lo haces?
¿Esperas que la vida te entregue lo que te mereces?
Puede parecer cruel, pero probablemente la decepción sea una realidad recurrente en tu vida.
Decepcionantes Certezas
En ocasiones, ponemos altas expectativas en determinadas personas.
Pensamos que nuestra pareja nos apoyará contra viento y marea, de una manera incondicional o esperamos que nuestra familia resuelva los problemas o que nuestros amigos estén siempre cuando los necesitemos. Les imponemos prácticamente una obligación moral: estar pendientes de nuestros deseos y necesidades. De alguna manera, es una forma de coaccionarlos.
Lo mejor es que las personas que están en nuestra vida actúen libremente y por su propia voluntad. Si así lo hacen, debemos estar profundamente agradecidos; si no lo hacen, no debe preocuparnos u obsesionarnos.
“Yo Deseo”
Cuando esperas algo de los demás y piensas que tienen la obligación de ayudarte o estar para ti cuando lo necesitas, estás expuesta a decepcionarte.
Solo de ti misma debes esperar todo. Los problemas están para que tú los resuelvas y tus miedos, solo podrás superarlos tú misma.
Esto no siempre funciona así: día a día creamos expectativas sobre los demás, con una cierta dosis de ilusión y esperanza. Si esperabas un acontecimiento para ir con tu novio, pero él te dice que ese día saldrá con sus amigos, te sentirás decepcionada, porque te habías anticipado a algo, sin tener en cuenta los deseos de tu pareja y esperabas que él saliera contigo. Si el “yo espero” o el “ yo deseo” no tienen respuesta, sobrevendrá la decepción, la frustración o la tristeza.
Si en algo depositaste la mayor de las certezas, solo basándote en tus deseos, el desencanto puede ser terrible.
Cambia tu Estrategia
Cuando se acumulan los momentos de decepción en tu vida, te indica que debes cambiar tu estrategia: quizás si no esperas nada de nada o de nadie, te sentirás mejor.
Este cambio es más fácil de decir, que de hacer, porque normalmente es para nosotros un fuerte hábito el esperar todo ( o mucho) de los demás y pensar que tienen la obligación de ayudarnos y estar para nosotros.
Tu nueva estrategia debe ser: no dar nada por sentado, evitar las altas expectativas y los apegos exagerados, no esperar que los demás estén cuando los necesites, no creer que te caerá “lo que te mereces” o que recibirás de los otros el amor o la colaboración que tú les das.
Al no esperar nada de nadie ni de la vida, todo es una sorpresa y cuando llega, es una gran alegría (y si no llega, como muchas veces ocurrirá, no será una decepción).
Cuando buscas desesperadamente, parece que todo se tranca, pero si mantienes la calma, las cosas llegan por su propio peso.
Muchas veces, esperamos que los demás hagan las cosas que en realidad nos corresponden a nosotros. No esperes, hazlo y si alguien, por su propia voluntad lo hace por ti, bienvenido, agradece y disfruta por lo inesperado del regalo.
Difícil, pero Emocionante
Tomar este tipo de decisiones no es fácil: somos animales de costumbres y cambiarlas, implica un esfuerzo mental permanente, hasta que el nuevo hábito se instala en nosotros.
Deja que los demás te quieran libremente, no los sometas a tus deseos y necesidades. Permite que hagan cosas por ti si lo desean, pero si no es así, no los sanciones ni te deprimas, déjalos que sean como ellos quieren ser. Tú no eres el centro del universo y por ende, nadie gira a tu alrededor y cuando subordinas a los demás a lo que deseas, no los consideras como personas independientes.
Esto no significa que tú dejes de dar: al contrario, cuando lo haces sin esperar la retribución, te sentirás bien contigo, al igual que cuando recibas algo que no esperabas.
La frase que dice: “a toda acción le corresponde una reacción”, es normalmente malinterpretada y entendemos que a toda buena acción le corresponde una recompensa, cuando en realidad no es necesariamente así. Si tú es peras esa recompensa y esta no llega, te sentirás decepcionada.
No Supongas, Vive
Cada persona es dueña de una personalidad única y tiene sus gustos, intereses, problemas y necesidades particulares. Ha sido criado y enseñado de una manera y no podemos esperar que reaccione como nosotros creemos que debería hacerlo o que actúe en consecuencia directa a lo que dimos o hicimos.
Aprende a no hacer suposiciones sobre lo que los demás harán y te ahorrarás muchos sinsabores y malos momentos. Al ponerte en la posición mental de “espera”, te sitúas en una situación de inmovilidad y no de búsqueda, de quietud y no de movimiento. Cuando realizas una acción esperando algo a cambio, dejas que una parte de tu futuro quede en manos externas. Es una incertidumbre que tú creaste, algo que elegiste experimentar, una situación de la que no tienes el control, pero en la que irónicamente te has colocado.
Si las cosas no resultan como esperas, tendrás un futuro no previsto, te expones a la decepción, el arrepentimiento, la frustración, la tristeza y muchos sentimientos negativos. Te pones e n manos de otros y resignas ser el dueño de lo tu destino y de lo que sientes.
Cambia la decepción por no recibir, por la emoción de vivir. No esperes nada de nadie, espéralo todo de ti y seguramente tu vida tomará un giro de 180 grados.