Las personas no son perfectas y mucho menos, las relaciones de pareja.
La fidelidad es uno de los puntos que generalmente las personas ponen entre las primeras cosas a considerar cuando escogen a su pareja, pero es un hecho que la infidelidad es un problema muy frecuente, tanto en hombres como en mujeres.
Cuando ocurre, los sentimientos de tristeza, decepción y baja autoestima, entre muchos otros, afectan a la persona engañada.
No todos los casos de infidelidad son iguales: en algunos priman las necesidades personales no satisfechas, en otros son impulsos que permiten liberar ansiedad en determinados momentos de la vida. Por supuesto, puede ser un claro síntoma de una relación en crisis.
Aunque tradicionalmente se considera a la infidelidad una conducta masculina, parece ser que en los últimos años los números se han equilibrado, aunque otros apuntan es que quizás la diferencia se debe a que es una conducta no reconocida por ellas.
Lo que sí resulta claro es que hombres y mujeres no están dispuestos a perdonar y olvidar las mismas cosas. Los hombres les resulta más fácil olvidar y perdonar una infidelidad si es un engaño emocional y no de tipo sexual. Por el contrario, a las mujeres les resulta más difícil olvidar una traición donde estuvieron implicadas las emociones, que si se trató únicamente de una aventura sexual.
Qué hacer
Una infidelidad puede ser un gran golpe en la vida de una persona o, por el contrario, un simple rasguño. En cualquiera de los casos, es una herida más o menos dolorosa y debe ser atendida para evitar males mayores.
En el proceso que se enfrenta en una infidelidad, se enfrentan la pasión y la razón, afectando en diferentes niveles la vida personal. No es un tampoco un evento que puede reducirse al plano de la existencia de “un malo” y “un bueno”.
Estos son algunos puntos importantes que permiten enfrentar una infidelidad.
- El descubrimiento de una infidelidad produce un efecto traumático, que es necesario enfrentar y trabajar adecuadamente. No sirve de nada tomar decisiones apresuradas y mucho menos actuar con violencia. Deja tomar un tiempo prudencial antes de hacer algo. Cada experiencia es única, así como cada persona, por eso cada situación toma una forma y un ritmo de solución distinto.
- Lo primero que hay que hacer es reconocer y asumir lo que ha sucedido. Regodearse en el dolor y en la injusticia de lo sucedido no aporta nada ni permite salir de la situación. Es necesario aclarar qué es lo que está pasando: fue un hecho puntual, es una doble relación de mucho tiempo, la infidelidad es una conducta habitual y con varias personas, etc. La idea no es obsesionarse y buscar enemigos, pero es necesario conocer exactamente qué situación se enfrenta.
- Es necesario reconocer que la situación es incómoda y dolorosa, ese es un paso importante. Aunque parezca imposible, la relación puede rescatarse y un estudio de la Universidad de Missouri reafirma esta idea. Los investigadores entrevistaron a 587 personas que habían sido engañadas por sus parejas. Luego de un período de seis meses, se descubrió que cuando se logra superar lo sucedido y comenzar de nuevo, las probabilidades de que la relación se fortalezca aumentan.
- No es útil hablar del amante, buscarlo o confrontarlo. Tampoco es buena idea mencionar a la otra persona en discordia a cada rato y mucho menos comparar: esto solo genera más humillación y hostilidad e impide la recuperación.
- No hay que negar lo que se siente: dolor, humillación, rabia, tristeza, miedo, incertidumbre, traición, desconfianza, dudas sobre ti, impotencia, sed de venganza, incredulidad, sensación de abandono, vergüenza, necesidad de comprender la situación. De alguna manera, algo positivo puede salir de este momento, ya sea que sirva para fortalecer la relación o que permita conocerse mejor y crecer como persona. Como reza el dicho: lo que no mata, fortalece.
La situación no debe analizarse en términos de “bueno” o “malo”, “agresor” o “víctima”: la pareja es algo de dos y superar la infidelidad también, ambos son participantes que juegan complejos roles.
- En algún momento se debe decidir entre una buena relación o un buen final. Si la elección es continuar, pero no se puede dejar de hablar de lo sucedido, es mejor poner distancia. En cambio, si se opta por poner punto final a la relación, el enojo y el rencor quizás faciliten el alejamiento en ese momento, pero no es la mejor manera de cerrar. Un final sin rencor ni odio facilita volver a empezar en paz una nueva etapa y si hay hijos, siempre será lo mejor para ellos.
Superar el momento implica un análisis certero y objetivo de la situación, pero sin caer en la victimización, en la culpa o en la mortificación.
En ningún momento se puede pretender seguir en la relación “como si nada hubiera pasado”. Si no se inicia un proceso de reconstrucción, la posibilidad de infelicidad y mayores problemas en el futuro es muy alta.
- Si ambos desean reconstruir la pareja y se comprometen en hacerlo, uno de los pasos fundamentales es reconocer qué es lo que está mal en la pareja. El objetivo no es buscar al o los culpables ni expiar los pecados, sino descubrir los puntos débiles, cambiar y mejorar la relación. Si esto no se hace, as cosas simplemente seguirán como están, porque nada se arregla solo.
Si no se puede manejar lo que está ocurriendo, es imperativo buscar ayuda: un amigo, un familiar o un profesional podrá dar soporte y otro punto de vista, que a veces es muy necesario para superar el momento.
- Una infidelidad puede doler y marcar profundamente, así como traer cambios marcados en la vida. Enfrentarla maduramente, con responsabilidad y calma, es la fórmula para que el dolor sea más transitable y deje aprendizajes valiosos que vayan más allá de “no volver a tropezar con la misma piedra”. Darse un tiempo para sanar las heridas y reconstruir la autoestima es fundamental para una nueva oportunidad y abrirse a otra relación que traiga todo lo positivo.
Estancarse en el odio y el rencor, pensar que el amor no existe para uno o que “todos/ as son iguales”, no aportará nada para la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario